Por: César Pinazo. Área Financiera GB Consultores.
¿Sabemos realmente en qué consiste y cómo podemos beneficiarnos dela financiación pública? La financiación pública engloba todo un surtido de productos financieros externos que provienen de organismos o instituciones públicas a nivel estatal, regional o local. Tienen como objetivo ayudar a las empresas y empresarios a acometer las inversiones o acciones que necesiten en el desarrollo de su actividad, promoviendo actuaciones que acaben beneficiando al tejido empresarial del país; y por extensión, al resto de la sociedad. Estos productos llegan a las empresas en forma de subvenciones, préstamos bonificados, avales o bonificaciones fiscales.
Existen múltiples elementos que hacen que este tipo de inversiones sean atractivas y permiten diversificar el origen de los fondos que sustentan la inversión, repartiendo el riesgo del proyecto entre diferentes frentes, lo que conlleva una mejora en la flexibilidad en el momento de enfrentarse al pasivo financiero generado.
1.- Subvenciones.-
Uno de los primeros aspectos que la convierten en una excelente fuente de financiación es que se pueden obtener prestaciones de dinero sin necesidad de devolverlo, como es el caso de las subvenciones. Aunque sí que es cierto que los requisitos para ser beneficiario se han recrudecido cuando estalló la crisis, siguen siendo una opción más que recomendable si la empresa solicitante los cumple. Además, en caso de recibirla, se incrementarían los fondos propios dotando a los estados financieros de una mayor solidez, lo cual generaría un mejor posicionamiento en el caso de buscar, posteriormente, financiación en la banca privada.
2.- Préstamos bonificados.-
Otra de las fuentes son los préstamos bonificados. En este caso sí que se exige contraprestación a la empresa, pero las condiciones en cuanto a tipos de interés, plazos de devolución (y de carencia), nivel de garantías exigidas, y gastos asociados a la firma de alguno de estos productos (gastos de apertura o cancelación anticipada) suelen ser más atractivas que las de los productos ofertados por la banca privada; por ejemplo, los que proporciona el programa de Reindustrialización y Fortalecimiento de la Competitividad Industrial-Reindus 2018.
3.- Avales.-
También se puede acceder a avales, como los que ofrece la Sociedad de Garantía Recíproca, para que las empresas que lo soliciten cuenten con el respaldo necesario y cumplir con los requisitos que imponen las entidades financieras.
4.- Bonificaciones fiscales.-
Por último, están las bonificaciones fiscales. No se trata de una fuente de financiación directa, pero mejoran el resultado y la liquidez de la empresa al reducir una parte de los gastos que se generan con el pago de impuestos. Además, promueven la realización de acciones que de otro modo no se llevarían a cabo; por ejemplo, las bonificaciones asociadas a la contratación de jóvenes (menores de 30 años) o de mayores de 45 años.
Conclusiones.-
En definitiva, es necesario extender y valorar todas las posibles fuentes de financiación, para así cubrir las necesidades de la mejor manera posible. Por último, hay que destacar algunas ventajas vinculadas a la financiación pública: vencimientos a largo plazo, mejora de la solvencia y de los fondos propios de la empresa, un menor nivel de exigencia de garantías, periodos iniciales de carencia o la obtención de ingresos sin necesidad de contraprestación.
Las instituciones, por su parte, exigen solidez en los proyectos, los cuales deben estar correctamente estructurados, planificados y que muestren coherencia en el contexto socioeconómico actual, además del compromiso del cumplimiento en las actuaciones de los solicitantes.
Hoy en día existe una gran variedad de forma de financiación, adaptadas a las necesidades de inversión de las empresas, y cuyo origen puede ser tanto del sector privado como del sector público. Está bien que las empresas y emprendedores los tengan en consideración por sus beneficios.