Por: Esther Carbonell, responsable del Área Legal GB Consultores.
El COVID-19 ha demostrado que las empresas que tienen implantado un Plan de Igualdad se han adaptado mucho mejor a la situación actual, ya que en su plantilla ya habían tomado medidas, tales como el teletrabajo o la flexibilidad horaria, para conciliar mejor la vida profesional con la vida privada y familiar.
Muchas empresas consideran que no es necesario tener un Plan de Igualdad para implantar estas medidas, ya que creen que, debido a la pandemia, lo han hecho sin ningún problema; pero no es cierto. En la actualidad, lo que se ha implantado es más bien, trabajo a distancia, pero no han implantado el teletrabajo como tal. Los hogares, mayoritariamente, no están adecuadas para realizarlo; tampoco hay una evaluación de riesgos, estudio de desempeño de trabajo igualitario entre hombres y mujeres (hay que realizar un Plan de Igualdad para que sea igualitario) y, además ha supuesto mayor carga, al tener que cuidar a la vez que se trabaja, a los hijos y dependientes, tarea que ha recaído, sobre todo, en las mujeres.
Hay que abordar la diversidad de género, como una estrategia empresarial, para ser más competitivos. Del mismo modo, hay que valorar en las empresas hasta qué punto es necesario que una persona trabajadora esté presencialmente. Realmente, ¿lo requiere su puesto de trabajo? Habrá que analizarlo pues de ello dependerá la inclusión de la vida laboral con la privada y familiar, tanto de mujeres como de hombres, y que las empresas puedan establecer medidas para adoptar estos cambios en su plantilla que son buenos para los dos géneros.
Por otro lado, también se ha demostrado que aquellas empresas que tienen lugares, o puestos de trabajo ocupados por personas de distinto género, son más eficientes y obtienen resultados más positivos. La igualdad, en definitiva, significa aprovechar el talento de las mujeres para sumarlo al de los hombres. En este sentido, algunos de los países que mejor están gestionando la pandemia, están liderados por mujeres. Desde Europa hasta Asia, hay siete naciones con mujeres al frente, destacan por su temprana intervención o por su capacidad de hacer tests y aislar adecuadamente a los pacientes (Dinamarca, Noruega, Islandia, Finlandia, Alemania, Nueva Zelanda y Taiwán); además se trata de países muy competitivos que están a la cabeza en materia de igualdad.
Evidentemente, hay una obligación legal para implantar y registrar el Plan de Igualdad para las empresas de 150 o más personas trabajadoras, desde el día 7 de marzo de 2020, antes de la afectación de la COVID-19. Por lo tanto, la obligatoriedad sigue vigente y parece que va a haber un mayor control por las inspecciones de trabajo. Ésta no puede ser la única causa por la que las empresas quieran establecer un Plan de Igualdad en sus organizaciones, sino que se deben establecer porque son necesarios para constituir empresas competitivas, pues ese es, sin duda, el futuro. Hay que cambiar la mentalidad y ver en los Planes de Igualdad una inversión para las empresas no un coste. Incluso, a veces, en contra de lo que se piensa normalmente, no cuesta tanto adoptar cambios en materia de igualdad en las empresas y lo mismo ocurre con los protocolos de acoso sexual y por razón de género.
Hay que tener un Plan de Igualdad en la empresa, porque aquellas organizaciones que ya lo tienen implantado se colocan en una mejor posición de salida para el futuro que ha diseñado la COVID-19. Serán empresas más orientadas en las personas, más innovadoras, sostenibles, con mejores resultados y con una mejor reputación.