Cristian Serrano. Área Financiera y de Gestión Empresarial GB Consultores.

Después de transcurrir más de un año y medio desde que se declarase oficialmente la pandemia global a causa de la COVID-19, parece que la incertidumbre en la que el Planeta se vio sumergido no quiere alejarse todavía.

En el sistema globalizado en el que nos encontramos, hechos que suceden en una parte del mundo pueden afectar rápidamente al resto. En estos momentos, la sociedad está presenciando una serie de acontecimientos que transcurren al unísono, que alteran los mercados y obligan a modificar la planificación de las empresas de una forma drástica.

Los actuales problemas de suministros que algunas economías avanzadas están padeciendo en determinados sectores están teniendo lugar de manera simultánea, junto con un incremento generalizado de los precios y un desequilibrio coyuntural entre la demanda y la oferta.

Vamos a analizar los diferentes factores que han sucedido para llegar a la situación actual.

Situación actual

Este contexto de gran complejidad es consecuencia directa de la pandemia. La paralización de la actividad mundial hizo que se rompiera el flujo logístico de transporte de mercancías establecido. El barco varado en el canal de Suez fue el prólogo de este colapso en la cadena de suministros.

Superado lo peor de la pandemia, se observa un escenario de desequilibrio entre demanda y producción. Por una parte, la demanda ha experimentado un aumento considerable, pero en cambio la oferta no se ha recuperado.

En cuanto a la demanda, ha vuelto con fuerza debido a la relajación de restricciones, el exceso de ahorro generado por las familias o la inyección de liquidez a través de los incentivos económicos, como los fondos europeos Next Generation, puestos en marcha por parte de los Estados y las organizaciones internacionales. Además, las empresas que tenían poco inventario, porque durante la pandemia evitaron realizar un acopio por la incertidumbre, han comenzado a demandar a niveles superiores, especialmente productos vinculados con la tecnología o la sostenibilidad.

Por el contrario, a la oferta le está costando más ajustarse y dar cobertura a las exigencias de la demanda. Numerosas empresas se hallan con serias dificultades para hacer frente a sus compromisos con los clientes. Esto se debe tanto a la escasez de algunos componentes (semiconductores) y materias primas (madera, acero o cartón), como al retraso de la llegada de suministros por los problemas en el transporte o porque estos han disparado su precio en los últimos meses.

Transporte marítimo

En el caso del transporte, las dificultades se están dejando notar en el marítimo, el cual supone entorno a un 80% del transporte mundial.

El sector portuario pasó de una baja actividad, consecuencia los confinamientos y paradas de producción en China, a hacer frente a un pico de consumo y de actividad. En consecuencia, en la actualidad, nos encontramos en una situación de muchos productos que transportar, pero pocos contenedores. De esta forma, surgen problemas de logística y reposicionamiento de contenedores vacíos en algunos de los principales puertos europeos como Amberes y Roterdam.

Este contraste ha generado una escalada del coste de los fletes y de los propios contenedores (Imagen 1), que afecta directamente margen de beneficios por viaje y, por consiguiente, a las previsiones de futuro de las empresas exportadoras. Tal es el desajuste en el flujo de transporte que ciertas empresas vuelven a llevar contenedores vacíos de vuelta a China para volver a traerlos llenos debido a las jugosas tarifas.

Post Certidumbre global

Imagen 1. El Mundo

Por si no fuera suficiente, una vez que los barcos llegan a puerto, falta personal de tierra como conductores de camiones, de grúas y operarios de almacenamiento.  Cuesta encontrar mano de obra capacitada porque durante el confinamiento, se paró la formación de personal y muchos optaron por moverse hacia otros sectores laborales.

Consecuencias

Los sectores industriales que más retraso en la entrega de materiales están sufriendo son los vinculados a los repuestos de maquinaria, automóviles, construcción, electrodomésticos y al ámbito sanitario. Ocasionando, por ello, reducciones de plantilla, ERTEs y paradas de actividad, que implican un efecto arrastre sobre sus proveedores.

Las compañías de la cadena de suministro tendrán que buscar alternativas y modificar su oferta si quieren abastecer de productos a sus consumidores, ya que no se sabe con certeza cuándo durará este fenómeno. No obstante, tanto la Organización Mundial del Comercio (OMC) como la patronal logística en España (UNO) consideran que la situación de colapso ha alcanzado su pico, hay signos de mejoría y prevén que la normalidad se recupere hasta mediados de 2022.

Según las patronales de grandes almacenes o supermercados, no se puede hablar del término desabastecimiento. Éstas coinciden que, gracias a la previsora preparación para las temporadas de auge de demanda, como Navidad, y la alta competencia que existe, hay mercancía de sobra para sustituir a aquellas que queden fuera del mercado de manera temporal.

En definitiva, tras esta radiografía de la coyuntura actual que se ha elaborado, un aspecto es claro, aquellas empresas que se hayan anticipado a las contingencias tendrán una mayor capacidad para salir airosos de esta etapa de inestabilidad. Es por este motivo que establecer una serie de planes de actuación preventivos y una evaluación de los riesgos potenciales a los que se enfrentan las empresas es más necesario que nunca.

Foto: Monstera en Pexels
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